sábado, 28 de diciembre de 2013
LA EDAD DE LA INOCENCIA
miércoles, 25 de diciembre de 2013
GONE WITH THE REVOLUTION
¿Cuál
es nuestra lección después de 55 años de castrismo, más los que hubo incluso antes del batistato en Cuba (el castrismo es anterior a Castro), más los que falten aún,
mientras no mueran los hermanos Castro (el castrismo no será posterior a
Castro) y comience por fin la violencia de la libertad? ¿Hay una lección? ¡Qué
pedagogía histórica tan perversa! Pero sí. Y si no la hay, entonces debiera
haberla.
Como
los buenos maestros de escuelita pública primaria, quisiera reducirlo todo a un
par de puntos elementales, si bien parecerán traídos por los pelos y
yuxtapuestos en el pizarrón. Prometo ser más que breve. Además, la tiza se cae
muy fácil con un trapo húmedo y no deja huella en la memoria del aula.
1.
Desde antes del inicio, la Revolución fue una falacia en nuestro imaginario
nacional. No fue traicionada por Fidel Castro ni mucho menos. De hecho, la
Revolución fue la causa fundacional de nuestra independencia y fue a eso a lo
que estuvimos jugando durante el período republicano, abortando cualquier instante de entendimiento. Creíamos en la transformación
violenta de la sociedad. Tratamos criminalmente a nuestros contemporáneos para
no sucumbir criminalmente ante ellos. Castro fue incubado meticulosamente por
los cubanos, hasta acumular suficiente maldad crítica como para hacerlo lo que
es: un mal inderrotable sin aplicarle suficiente mal. Con suerte, o como venganza, el castrismo debería significar
entonces el fin de esa ristra de Revoluciones cubanas. Habría que dejar de
pensar y actuar revolucionariamente, porque todos los aliados iniciales de la
Revolución, traicionados, encarcelados, exiliados o asesinados, pecaron también de ingenuidad cómplice: ignoraron a propósito que nunca
ninguna Revolución en clave de muerte ha traído otra cosa que eso, más muerte.
2.
El comunismo organizado ha cometido genocidio en Cuba. Vendió la nación a
potencias extranjeras, bajo un disfraz popular y nacionalista. Pactó con un gángster
carismático una dictadura a perpetuidad, vigente mientras él y su clan vivieran.
Cauterizó toda vida civil: léase, desintegró la nación, fomentando un destierro
que irreversiblemente diasporizó a Cuba. Abolió la idea del individuo, y eso lo
hizo desde el marxismo no por concepto sino por coyuntura histórica (hoy ya
sabemos que es viable un comunismo capitalista). Envileció al dios que en el hombre habitaba en Cuba, dejándonos como pueblo en una intemperie despótica
ante el Estado. Dejó sin futuro cualquier esperanza de cambio. Por lo tanto ha perdido así su derecho de formar parte de cualquier futuro más inclusivo, tras la debacle
que implicará la caída de los Castros. Aunque pocos cubanos tengan el
coraje de mencionarlo (una excepción es el Proyecto de Transición de Oswaldo
Payá Sardiñas), mientras no sea ilegal el comunismo organizado en la Isla, no
habrá reconstrucción nacional que no sea controlada o boicoteada por los
comunistas organizados.
Como
todo buen maestro de escuelita pública primaria, no cobro salario por mi
lección de tiza sobre la pizarra. He cumplido mi promesa de ser más que breve. A
los alumnos no se les miente. Ahora ya pueden borrarme. O váyanse del aula.
lunes, 23 de diciembre de 2013
domingo, 22 de diciembre de 2013
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